Tras varias experiencias en bodegas españolas y del Nuevo Mundo, Luis Güemes se embarcó en el 2014 en el proyecto de empezar una bodega desde cero, Bodega 202, donde además se encarga de la dirección técnica y de la enología. Una ‘garage winery’ en el corazón de Laguardia con Sierra Cantabria como hogar.
Microvinificaciones más allá de la parcela, selección de la uva desde el viñedo, vendimia exclusivamente manual y crianzas delicadas que respeten a la fruta avalan su trabajo, valorado incluso por críticos como Tim Atkin, que les ha situado por tercer año consecutivo entre las 60 mejores bodegas de Rioja.
Expresión frutal y fresca procedente de los viñedos más altos de la zona son las herramientas con las que trabaja, siempre con el respeto por la viña y la uva con el objetivo de expresar la voz más pura del viñedo.
Sin pensarlo dos veces, Luis Güemes (Madrid, 1975) hizo una apuesta personal y profesional para unirse al proyecto liderado por el matrimonio Rooney, enamorados del Camino de Santiago, para poner en marcha Bodega 202. Desde cero y con el convencimiento de hacer un proyecto diferencial en Rioja Alavesa, Güemes lo tuvo claro: “buscamos la voz más pura del viñedo”.
Con un perfil variado, la formación de Luis Güemes supone tocar todos los palos dentro del mundo del vino, desde el viñedo hasta la copa, pasando también por la bodega. Ingeniero agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid, donde también cursó el Máster en Enología y Viticultura, que completó con el título de Sumiller de la Cámara de Comercio de Madrid.
Tras terminar sus estudios, puso en práctica su aprendizaje en bodegas del Nuevo Mundo como las chilenas Bodegas Cono Sur, y también en España, en Bodegas Tagonius (Madrid) donde redondeó su formación con José Ramón Lisarrague en la gestión del viñedo y con Ignacio de Miguel en el aspecto enológico. Un perfil técnico que completó con su periplo como Export Manager en una distribuidora internacional.
Emprendimiento de la cepa a la botella
En 2014, tras aceptar el encargo de los Rooney, lo convierte en su proyecto de vida, consciente de que comienza necesariamente en el viñedo. Para ello invirtió más de dos años peinando las zonas más altas y frescas de Rioja Alavesa, buscando pequeñas parcelas en altura con viña lo más vieja posible, especialmente en zonas que no habían sido tan importantes hasta la fecha, como en Cripán, Elvillar o Salinillas de Buradón.
Con la confianza de encontrar un viñedo acorde a lo que debía ser Bodega 202 para ofrecer vinos elegantes, frescos y de gran complejidad aromática, Luis Güemes diseñó la bodega a medida para el viñedo. Esto implica depósitos para microvinificaciones por separado y por parcelas (y no todas, ya que solo las mejores uvas acabarán en sus vinos) o el innovador diseño del depósito sin semillas, que reduce hasta en un 90% su presencia, acabando con la astringencia y tanicidad que éstas ofrecen en el mosto.
Un control total del proceso, desde la viña hasta la bodega, donde ha conformado un equipo que cree en la misma forma de hacer vinos, siempre desde el respeto a la uva y a la particularidad de la tempranillo en estas zonas menos frecuentadas de Rioja Alavesa y que, en cada trago, estés bebiendo la forma de entender el vino y la enología de Luis Güemes, que ofrece su visión personal de una nueva Rioja con sus creaciones propias.
“Para mí, Rioja Alavesa es la meca del vino en España y la zona con mayor vocación vitivinícola para hacer vinos de calidad en nuestro país”, explica. Apenas 20 hectáreas de viñedo repartidas por Cripán, Salinillas de Buradón o Elvillar, todos ellos cargados de viña vieja y con Sierra Cantabria como telón de fondo, en zonas cargadas de simbolismo, historia y con un impresionante potencial.
La expresión del viñedo
Podría parecer que hacer una bodega de cero en Rioja supone una desventaja por no tener un histórico y necesitar construir un nuevo nombre. Luis Güemes cree lo contrario. “Nos ha permitido diseñar una bodega desde el minuto uno, apostar por los viñedos que más nos gustaban y, a partir de ahí, pensar en la bodega que queríamos. Primero apostamos por el viñedo y luego por la bodega”, explica.
Bajo ese prisma, insiste en “buscar la frescura”. Razón que los llevó a “interesarnos por los viñedos más altos de la zona, en las faldas de Sierra Cantabria”. Una zona que se consolida en viñas que hace 35 años maduraban con dificultad y que ahora, con la presencia del cambio climático, supone un valor añadido para elaborar vinos de calidad.
“La uva madura más despacio y por esas bajas temperaturas, engrosa la piel y adquiere más concentración y resiste mejor a las enfermedades. Esto nos permite ser más sostenibles y además mantiene una fantástica acidez natural y el carácter fresco de la fruta”, explica.
Una forma de entender la enología que también se sumerge en la ecología como motor de cambio. “Tenemos el objetivo claro de ser 100% ecológicos y avanzamos cada año en ese proceso, sustituyendo fitosanitarios por productos de agricultura ecológica”. Tampoco se utilizan herbicidas, aunque aumenten los costes de cultivo, y también avala el enriquecimiento vegetal del propio suelo. “Vamos a comenzar a implantar plantas aromáticas y medicinales entre las líneas de cultivo para aprovechar sus propiedades antifúngicas y antibióticas, así como la transferencia de aromas para enriquecer la expresión en nariz.”, comenta.
Tres caminos con un mismo sentido
Ansa, Aistear y Crianza son las tres referencias con las que Bodega 202 pone en la mesa la frescura de la zona, para los cuales es fundamental la selección en viñedo. “No solo elegimos uva en mesa de selección, sino en el propio campo. Es más, a veces, ni siquiera seleccionamos parcelas enteras, sino esquinas de parcelas, buscando cada añada el tesoro escondido”.
”, explica. Una cuestión de capacidad, pues de las 20 hectáreas de viñedo, apenas siete pueden pasar a la bodega.
“Los dos primeros son de uvas muy concentradas. A mayor concentración, más tiempo en barrica necesitan para ‘domesticar’ esos taninos de uva y también más redondeo en botella”, explica. Para ello, usan barrica nueva y de segundo uso para que la madera no domine al perfil frutal. Distinto caso con Crianza, donde buscan “conseguir expresión frutal, frescura, flores y un carácter mineral con barricas de tercer vino”.
Apenas ocho años de historia que ha valido a algunas de las referencias de la bodega para colocarse en los puestos de cabeza de una enología distinta en Rioja. Así lo avalan los 95 puntos de Tim Atkin para Ansa 2016 o los 95 puntos de Wine Spectator para su primera añada, Ansa 2015, colocándolo entre los 37 mejores vinos de la DOCa Rioja de la historia de la publicación.
Entre medias, la conciencia de Luis Güemes de hacer “vinos modernos con alta expresividad aromática con bocas muy cuidadas y elegantes que invitan al siguiente trago”.
El respeto en la bodega
“Quisimos evaluar el potencial del viñedo antes de tener la bodega definitiva. Por eso, el diseño está enfocado a vinificar parcelas por separado, pensando en el viñedo que adquirimos”, aclara.
Con el perfil de una garage winery funcional y moderna, ajena a las grandes bodegas históricas, Luis Güemes lo tiene claro: “un buen vino nace en el viñedo”.
Una de sus obsesiones es ir entendiendo el viñedo y elegir las mejores piezas para luego acunarlas en bodega. De hecho, parte de su trabajo está incluso en la creación de un depósito que permite eliminar el 90% de las semillas tras la prensa de la uva, para evitar matices en verde y amargores indeseados.
El trabajo, llevado a cabo tanto en maceraciones prefermentativas y remontados a bajas temperaturas, permiten aumentar la concentración de precursores aromáticos, más color y más estabilidad, que luego se convertirá en “complejidad aromática”.