Juan Ramón García, enólogo:
Podemos decir que la añada 2018 en la Denominación de Origen Ribera del Duero ha sido buena desde su inicio, con rendimientos muy equilibrados.
A nivel meteorológico, esta añada se ha definido por tener un invierno seco con unas temperaturas mínimas algo más bajas que otros años y una primavera suave en temperatura y muy lluviosa. Las precipitaciones de la añada han sido superiores a la media histórica de la región. En mayo, hemos tenido heladas que han afectado sobre todo al viñedo más adelantado de la provincia de Valladolid, reduciendo la producción, aunque más tarde se ha podido recuperar perfectamente.
Todo ello, acompañado de un verano no tan extremo como estamos acostumbrados, ha desembocado en un inicio de vendimia tardía con una maduración más lenta y pausada de lo habitual.
Si bien iniciábamos la vendimia el 1 de octubre, que es una fecha normal para la Ribera pero 15 días más tarde que el año pasado, hemos de decir que ha sido una campaña larga y dilatada en el tiempo. Debido a esta maduración más lenta, y a la diferente orografía y tipología de cada parcela, hemos realizado una vendimia de precisión, es decir que hemos ido parcela a parcela y esperado hasta que cada una presentara la madurez óptima, asumiendo el riesgo de la lluvia y las posibles heladas en estas fechas tan tardías. El gran trabajo que ha realizado este año el equipo de viticultura ha sido más que notable.
Empezamos pues el día 1 de octubre por las parcelas de las laderas con mayor exposición solar cercanas a los municipios de Peñafiel y Quintanilla de Arriba. Paramos unos días y continuamos con las parcelas del corazón de la Ribera, en los municipios de La Horra, Roa, Aranda y Gumiel de Izan. Nuestras parcelas más emblemáticas, Valdegumiel en La Horra, el Obispo y Santa María en la zona de Pesquera y la parcela de La Vid las vendimiamos en la parte central cuando alcanzaron la óptima madurez. Acabamos la vendimia con nuestras parcelas más frescas y de mayor altitud en la zona de Soriana, el 25 de octubre. Sin duda ha sido la vendimia más larga que hemos hecho hasta ahora en la Ribera del Duero.
Los primeros vinos recién descubados ya presentan un gran color con tonos violáceos, típicos de estos primeros pasos de juventud de los vinos de la Ribera. Son más afrutados e intensos que otros años, con un grado alcohólico más moderado y muy equilibrado en relación con la acidez.
Meteorología:
El ciclo vegetativo de las plantas, es decir de abril a septiembre, ha estado marcado por la lluvia y las temperaturas ligeramente por encima de la media. Los valores de precipitaciones durante este periodo se han situado muy por encima de lo que es habitual, si consideramos la media desde 1999, convirtiéndose en el segundo periodo más lluvioso sólo superado en 2008 con 308,4 mm. Así, de abril a septiembre, se han registrado 267 ml frente a 175 ml de media. Las temperaturas se han mantenido ligeramente por encima de la media, situándose en 17,7 °C en este mismo periodo, en comparación con 17,2 °C de media de la última década. Y se han mantenido por encima de la media durante la maduración de la uva, de agosto a septiembre. Los termómetros han registrado durante estos dos meses una media de 21,2 °C frente a 19,4 °C, que es el valor habitual según la media de los últimos años.