El antropólogo Luis Vicente Elías contextualiza el trabajo del artesano botero Félix Barbero.
La bodega Gómez Cruzado propone un viaje por la historia del comercio del vino, los utensilios, los materiales y los medios de transporte que han contribuido a su envío y conservación, y que incluso han influido en el origen de zonas bodegueras de renombre, como el Barrio de la Estación de Haro, nacido a finales del siglo XIX, al calor del ferrocarril. El antropólogo Luis Vicente Elías ha recopilado los diferentes hitos en el transporte del vino para contextualizar el trabajo del artesano botero riojano, Félix Barbero, quien ha trasladado su taller al Barrio de la Estación -en el marco de las actividades realizadas en la segunda edición de la Cata del Barrio de la Estación el 17 de septiembre en Haro- para poner en valor los lazos históricos del Barrio con la cultura vitícola.
Materiales como la madera, la arcilla, cueros, metales y vidrios han servido para conservar el vino, transportarlo y consumirlo desde la Antigüedad por tierra y por mar. “Cada región y cada momento histórico ha empleado con mayor intensidad cada uno de ellos, pero todos han tenido un contacto digno con el vino”, resume Luis Vicente Elías. El antropólogo apunta que “en ciertos casos, algunos de estos materiales ocultaban los defectos del vino pero, en otros, su contacto ha mejorado sus cualidades, como le ocurre a la unión entre la madera y el vino”.
Luis Vicente Elías ha acompañado el trabajo del artesano botero Félix Barbero con un recorrido textual por las diferentes fases del comercio del vino. Barbero ha trasladado por un día su taller desde la Calle Sagasta de Logroño hasta el patio de Gómez Cruzado para compartir un oficio que heredó de su padre, Félix, en 1955, y al que ya se dedicaba su bisabuelo, Teófilo, quien elaboraba botas y pellejos para el transporte y consumo del vino a mediados del siglo XIX. Una artesanía que Félix ha hecho evolucionar en materiales y modelos.
El cuero y la piel, vinculados al vino desde la Antigüedad:
El antropólogo sostiene que “desde la Grecia clásica, las citas de la Biblia o las referencias faraónicas describen el empleo de envases de cuero y piel en estas épocas”. El artesano sacaba la piel completa del animal, vaca, cabra e incluso gatos, dejando los orificios del cuello y las patas. Curtida la piel, se le daba la vuelta y en algunos casos se rellenaba de pez, sustancia extraída de la resina de pino, y que la aporta impermeabilidad.
Barbero hoy continúa haciendo las botas de piel de cabra y pez en el interior. Posteriormente sustituyó el pez por el látex. A ello se han unido materiales exteriores como la piel de ternera (serraje).
El ferrocarril y el vino, entrelazados:
Luis Vicente Elías también ha trazado la relación entre el ferrocarril -que en el siglo XIX revolucionó el transporte de personas y materiales- y el vino. “El tren modificó la actividad vinícola y, sobre todo, posibilitó la comercialización desde onas remotas hacia fronteras y puertos marítimos”. A él está enraizada la historia del Barrio de la Estación de Haro. A partir del emplazamiento del tren en el paraje de Cantarranas en Haro “los empresarios se situaron alrededor de las vías y surge un modelo completamente diferente a los espacios de elaboración del vino tradicionales de Rioja”.
Elías detalla cómo “se construyeron instalaciones que toman como modelo la arquitectura francesa, con edificios de anchos muros para proteger los vinos de las condiciones meteorológicas adversas. No obstante, se mantiene la tradición de los calados subterráneos, fórmula tradicional riojana para guardar los vinos. En ese contexto, recuerda Elías “los empresarios van dirigiendo sus propuestas a buscar nuevos mercados y, sobre todo, a elaborar vinos embotellados criados en barrica siguiendo la tradición francesa. Y concluye: “El nombre de Rioja, como comarca vinícola, se fragua y se consolida como tal en este Barrio generado por el tren”.
El Barrio, un referente enoturístico mundial:
La Cata del Barrio de la Estación es un evento promovido por las siete bodegas de dicho Barrio -López de Heredia Viña Tondonia, La Rioja Alta S.A., Cvne, Muga, Roda, Bilbaínas y Gómez Cruzado-, unidas con el objetivo de posicionar este enclave como un referente enoturístico mundial y convertir la celebración en una de las mejores catas de vino del mundo, así como una oportunidad de disfrutar la cultura e historia del Barrio.
En su segunda edición consecutiva, la Cata del Barrio de la Estación ha contemplado, nuevamente, la celebración de una jornada profesional, el 16 de septiembre, con una cata dirigida por el Master of Wine Pedro Ballesteros en la que se han ‘desvestido’ los ensamblajes de siete vinos de las bodegas del barrio, con presencia de periodistas, sumilleres y profesionales del sector. David González, enólogo de Gómez Cruzado, ha desvelado cómo el terroir tomado en cuenta como la intervención humana, la mano del hombre, influye en la elaboración de Montes Obarenes, un blanco de guarda que ensambla Viura y Tempranillo blanco con un intenso trabajo en bodega de elaboración y envejecimiento en contacto con las lías.
Asimismo, la jornada del consumidor final ha tenido lugar el 17 de septiembre, planteada como una fiesta del vino y gastronomía de Rioja con vocación internacional, para vivir el Barrio de la Estación a través de catorce vinos premium de las bodegas que lo conforman y siete tapas de la restauración de Haro, además de actuaciones y actividades.
Entre los vinos seleccionados, Gómez Cruzado ha ofrecido GGómez Cruzado Blanco 2015 y Honorable 2012, representantes de la gama central de vinos de esta bodega centenaria que vive una etapa de revitalización bajo la dirección de dos jóvenes viticultores y enólogos, David González y Juan Antonio Leza, con la voluntad de elaborar vinos con apego al terruño, la expresión más pura de su identidad.