La necesidad de una colaboración público-privada para su puesta en valor, la búsqueda de alguna forma de protección o la necesidad de conservar el paisaje han sido otros temas abordados en la cita
La primera edición de este encuentro, que podría dotarse de continuidad, se ha celebrado este jueves y viernes en Aranda de Duero (Burgos) dentro de las actividades de Ciudad Europea del Vino
La importancia de los barrios de bodegas existentes en numerosos municipios de Castilla y León, y en general de toda la vertiente noroeste del país, y su puesta en valor como recurso turístico, económico y de fijación de población ha sido destacada durante el I Congreso de Arquitectura y Cultura del Vino que se ha celebrado esta semana, los días 10 y 11 de noviembre, en Aranda de Duero (Burgos) dentro de las actividades promovidas como Ciudad Europea del Vino 2022.
Durante las ponencias que se han sucedido a lo largo de las dos jornadas se ha puesto de manifiesto en varias ocasiones el interés creciente que, sobre todo en los últimos años, se ha despertado por estos conjuntos. Una tendencia que viene motivada por el deseo de los vecinos y el apoyo de las autoridades de las localidades donde se enclavan.
“Sin embargo, cuando esa unión no camina al tiempo, se resquebraja la posibilidad. Cuando se camina al paso, las posibilidades de éxito crecen indudablemente”, ha reconocido como una de las conclusiones del Congreso uno de sus codirectores, el doctor en Historia Javier Iglesia.
En este mismo sentido, se ha reconocido la dificultad existente, en líneas generales, para poner de acuerdo a los propietarios de las galerías de cara a su recuperación y explotación, con frecuencia porque los intereses no son coincidentes. Ello, a pesar de haberse constatado que en aquellas experiencias en que se ha logrado poner en valor un barrio de bodegas, como Moradillo de Roa, además de generar recursos económicos, se consigue un afianzamiento identitario y un sentimiento de orgullo colectivo.
En cuanto a otros trabajos por hacer, se ha apuntado la trascendencia de incorporar a la difusión de este patrimonio etnográfico los numerosos elementos intangibles que les rodean y que, sin embargo, forman parte de la tradición vitivinícola, como cantos, refranes, dichos, vocabulario propio de la actividad o, incluso, concepciones místicas vinculadas al vino “porque si solo mostramos la parte enológica, la parte productiva, el visitante se aburre y no encuentra una contextualización del territorio que está visitando”.
En esta ampliación de la concepción de la vitivinicultura como recurso turístico, también se ha recalcado el riesgo que se está corriendo y la amenaza que supone la destrucción del paisaje “amparándose en un supuesto progreso” que está modificando muchas veces de manera irreversible unos entornos idílicos.
En la vertiente más técnica del Congreso, se ha incidido en la importancia básica que tiene disponer de documentación archivística, topográfica y arquitectónica rigurosa. Asimismo, se ha puesto el acento en la necesidad de que tanto los municipios donde se enclavan como los promotores de las iniciativas generen alguna fórmula de protección del bien ya que de esta manera se logrará que el conjunto tenga una uniformidad.
También se ha subrayado la contradicción que supone la escasa presencia en las escuelas universitarias de arquitectura de especializaciones en esta materia a pesar de haber constancia del cada vez mayor interés que hay en esta materia “porque no solo es una cuestión rehabilitadora del patrimonio, sino también un elemento de modernidad y de sostenibilidad”.
Las ponencias programadas han dado la oportunidad de acercarse a la figura de Alain Huetz de Lemps, todo un referente del sector vitivinícola gracias a su obra Viñedos y vinos del noroeste de España, en cuya elaboración invirtió 12 años y cuya figura se verá reflejada en un documental del que se presentó en primicia un pequeño avance, o la cada vez mayor presencia de la mujer en el sector enológico después de siglos en el que ha estado relegada a un papel más que secundario.
En cualquier caso, y como conclusión final, se ha apuntado que el éxito del enoturismo aún no ha generado un problema de sobreexplotación. No obstante, se ha advertido que si este auge lleva a perder el rigor histórico, puede llegar a provocar la difusión de mensajes equívocos de los que habría que salvaguardarse.
UN ÉXITO QUE PODRÍA SUPONER SU CONTINUIDAD
El I Congreso Nacional de la Arquitectura y Cultura del Vino ha cerrado sus puertas con un balance positivo, tanto respecto a número de inscritos como ponentes participantes, lo que podría suponer dotarlo de continuidad en el futuro. “Si hubiera una segunda edición no tendría por qué ser anual. Podría ser bienal”, ha reconocido Javier Iglesia.
Entre los contenidos de futuras ediciones, ha adelantado, se podría dar cabida a otros temas transversales que solo se han tocado de refilón en esta primera convocatoria, como la transformación de las bodegas en restaurantes, los problemas con la propiedad de las galerías o qué fórmula de protección podría ajustarse a las necesidades de este patrimonio.
En total, 218 personas entre profesionales (arquitectos, ingenieros, investigadores…), estudiantes y aficionados, han participado presencialmente en esta cita organizada con una doble vertiente, académica y divulgativa, con el objetivo de ampliar el conocimiento sobre los conjuntos del vino que aún hay en España, con el fin de ponerlos en valor y promover su conservación.
Entre los principales atractivos de esta primera convocatoria se ha situado un atractivo panel de ponentes de primer nivel entre los que han estado los arquitectos María José Yravedra, Félix José Sandoval, y Alfredo Sanz, codirector del mismo. También han participado Vicente Chueca, historiador y etnógrafo, Asunción Martínez, doctora en Arqueología, Luis Vicente Elías, doctor en Antropología, Jaime Nuño, licenciado en Arqueología e Historia Medieval, y Cristina Alcalá, socióloga.
Además, ha dado la oportunidad de acercarse a algunas iniciativas colectivas emprendidas para poner en valor barrios de bodegas, como las de Moradillo de Roa y Sotillo de la Ribera, en Burgos, San Esteban de Gormaz, en Soria, Mucientes (Valladolid), Dueñas (Palencia) y Quel (La Rioja).