Su origen es Burdeos y su exotismo es innegable. Petit Verdot es generalmente utilizada en pequeñas proporciones para aportar el nervio del que adolecen otras variedades. En Abadía Retuerta, sin embargo, es elegida como absoluta protagonista de su apreciado monovarietal que, antes de concluir el año, presenta. Hablamos de Petit Verdot 2015 y éstas son algunas de las razones para dejarse cautivar por esta referencia.
Demuestra que lo insólito puede ser sinónimo de placer en mayúsculas. Es así porque Ángel Anocíbar, enólogo de la prestigiosa bodega situada en Sardón de Duero (Valladolid), es maestro en explotar al máximo su potencial. Conocedor de las necesidades de cada uva, sabe que Petit Verdot precisa buenas reservas de agua en el suelo y temperatura para su óptimo desarrollo y para alcanzar la madurez idónea. Anocíbar apunta que dichos factores confluyeron en la añada de 2015, de ahí que sin vacilar afirme que estamos ante el mejor Petit Verdot de la historia de Abadía Retuerta. Como dato, cabe indicar que ese año, durante el otoño y el invierno, se registraron 230 litros de lluvia.
Auténtica sorpresa:
Apoyan su afirmación guías tan reputadas como Peñín, que le ha concedido 95 puntos, y el crítico norteamericano Robert Parker, editor de Wine Advocate, para quien merece asimismo 95 puntos. Parker argumenta que “es una auténtica sorpresa. Es verdaderamente espectacular dentro de un año caluroso. Es abierto, expresivo y elegante, con aromas en nariz poco comunes y evocadores de flores secas, cáscara de cítricos y especias orientales. Una monumental botella de Petit Verdot”.
Sin olvidar la concesión por parte de la Guía Gourmets de la máxima puntuación: 99 puntos. Así como los 92 puntos del crítico James Suckling.
Para alcanzar un vino tan redondo el terruño vuelve a ser determinante. Es decir, el potente sol de Castilla y un suelo predominantemente arenoso y de canto rodado. A ello se suman varios meses de reposo en barrica y el resultado es un carácter exquisito.
Su color es púrpura intenso. En nariz destaca por ser fino, elegante y sutil, con relevancia de toques de moca y maderas exóticas. En boca resulta suave y untuoso, se aprecian sabores poderosos e intensos a fruta fresca y confitada con guiños a regaliz. Humo de tabaco rubio, caramelo quemado y pan crujiente son otras notas que perduran en la memoria de quien decide entregarse al exotismo de este capricho para sibaritas. Porque su producción se limita a 15 barricas.
En cuanto a su cuerpo, firme y estructurado, provoca un largo final, sedoso y cálido. Anocíbar apunta que es un gran vino de guarda, que desarrollará su potencial durante los próximos 5-8 años.